La de Reyes es una noche mágica, quizá la más mágica de todo el año. Las caritas de los peques minutos antes de que empiece la cabalgata lo dicen todo ¡cuanta expectación! Incluso los nuestros que todavía no se enteran demasiado de lo que va todo esto se contagian de la magia desde el minuto uno. Cuantos nervios para ver pasar el desfile y por fín a los Reyes Magos. Imposible no retroceder unos cuantos años a nuestra propia infancia y disfrutar con ellos como enanos.
El año pasado nos quedamos sin Cabalgata porque Enzo estaba en casa con infección de oído. Así que este año íbamos con muchas ganas, a darlo todo. Y lo hicimos. Encontramos un sitio genial, en primera fila y bailamos, gritamos, aplaudimos y recogimos caramelos desde el primera carroza hasta la última. La Cabalgata fué preciosa, muy bonita y aunque la tarde nos amenazó con unas gotas al final se quedó una noche estupenda. Imposible no haber disfrutado y más viendo a nuestros peques con los ojos como platos, dando palmas y gritando los regalos que les pedían a los Reyes.
El año que viene los niños ya serán más conscientes de todo lo que está pasando a su alrededor y será si cabe todavía más mágica pero en mi recuerdo se quedará este día para siempre.
No comments:
Post a Comment