Después de acostarnos a las mil quinientas nos despertamos con la ilusión de saber que los Reyes habían pasado por nuestra casa a dejar un regalo para Mr E. Y si en Navidad la estrella fué la lavadora, en esta ocasión el turno fué para el horno de respostería de plastilina. No hemos parado de crear los más apetecibles pastelitos desde ese momento, pero hasta tal punto llega la obsesión del señorito que la noche pasada se tuvo que acostar en la cuna con un par de los botecitos...no hubo manera de convencerlo de que los dejara fuera... Quien sabe a lo mejor sin saberlo tenemos en casa al próximo Jordi Roca.
Hoy ya ha tocado recoger el árbol de Navidad y toda la decoración y ahora mientras escribo desde el sofá (hoy no he ido a trabajar) estaba pensando lo vacía que se ve la casa justo después de recoger todo... todos los años me quedo con la misma sensación...
Es viernes! Hurray! Pasad un muy buen fin de semana
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